miércoles, 19 de mayo de 2010

La Politica Colombiana

La primera y última vez que escribí algo relacionado con política fue por allá en 1992 ó 1993. Transcurría el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo “La Revolución Pacífica” mientras estudiaba economía en ese cuatrienio de apertura económica. Recuerdo que había un ministro de comunicaciones de apellido Jaramillo que se vio involucrado en una polémica (nada excepcional) por unas narcofotos del año 1982 que lo mostraban descendiendo de una avioneta de propiedad del cartel de Medellín. Influido por esta noticia y mis primeros impulsos por encontrar, copiar, crear un estilo, escribí un relato titulado La sarta de las mentiras que ahora recuerdo haber surgido como la prolongación de un sueño. El relato que no he vuelto a leer desde entonces mostraba a un ministro encerrado en su casa, en su cuarto, negándose a abrir la puerta para ser llevado ante la justicia. Ya no recuerdo más detalles del relato, pero el titulo representaba y representa aún hoy para mí, la definición de la política, o por lo menos de la política colombiana que me ha tocado vivir; política colombiana que podría resumir así: empieza en el cuatrienio 1978-1982 con el insulso gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala que con su incapacidad llevó a que Colombia se ilusionara en el año 1982 con el slogan del poeta de Amagá, Belisario Betancourt Cuartas, que terminó siendo un mal poeta y un pésimo gobernante. El slogan de “Si se puede” al final terminó siendo “No se pudo”, y obligó la elección en el año 1986 del gobierno del “cambio social” de Virgilio Barco Vargas, un liberal con máster y doctorado en economía en la universidad de Boston y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) respectivamente, y que demostró con creces su ineptitud absoluta para hacerle frente al narcoterrorismo de Pablo Escobar. Para el año 1989 un país cansado y aburrido de los partidos políticos se encaminaba a votar masivamente por el eterno candidato rebelde que regresaba al partido liberal para ser presidente, un hombre que estaba destinado a ser el próximo presidente de no ser por la aún investigada confabulación Santofimio-Escobar o Escobar-Santofimio. El slogan de ese candidato era una pregunta? Un acertijo? Una opción? “Ahora o nunca”, y desafortunadamente para Colombia terminó siendo “nunca”. Con la indignación popular por el asesinato de Luis Carlos Galán el 18 de Agosto de 1989, el próximo presidente de Colombia sería cualquier nombre que designará el hijo de Galán al momento de su entierro, entonces la suerte le tocó a un político al que le faltaban por lo menos dos elecciones presidenciales más para aspirar por el solio de Bolívar; así fue electo Cesar Gaviria Trujillo: de carambola. Las siguientes elecciones fueron más sencillas y tristes, para el año 1994 Colombia votó por el candidato del partido liberal Ernesto Samper Pizano con el único propósito de impedir que el mediático (presentador de noticias) y superficial Andrés Pastrana Arango fuera presidente, así tuvimos el gobierno del “Salto social” y por ende del salto al vacío. Para 1998, y después de un cuatrienio de desprestigio nacional e internacional, Colombia vota a favor del superficial Andrés Pastrana Arango con el único propósito de impedir que el escudero de Samper, Horacio Serpa Uribe, fuera presidente y se premiara así la continuidad de un gobierno financiado por el dinero del narcotráfico. Para el año 2002 Horacio Serpa Uribe decidió facilitar las elecciones presentando por segunda vez su candidatura y obligando a los electores a votar por el candidato del Ubérrimo, el promotor de las Convivir, organización que desembocó después en las nefastas fuerzas paramilitares de Colombia: Álvaro Uribe Vélez. Para fortuna o no de Colombia, Uribe Vélez con todos sus errores y aciertos, con todos los escándalos que nunca han faltado en los gobiernos que recuerdo, fue reelegido después de modificar el mismo la Constitución Colombiana. Ahora para el 2010 el escudero de Uribe, Juan Manuel Santos, se presenta como candidato, mientras al otro lado de la contienda aparece un candidato que nadie esperaba, por lo menos no con tanta fuerza: el fenómeno Antanas Mockus. Este ya es un Antanas sin mostrar el culo, despojado de su traje de superhéroe, sin necesidad de tirar vasos de agua en medio de ruedas de prensa. Como escribió o interpreté que escribió Caballero en Semana: hay que votar por el menos peor, votar por Mockus. Votar por el menos peor es algo que a los colombianos siempre les ha tocado hacer.
Definitivamente escribir sobre política y sobre políticos es muy aburrido, quizás es por eso que el tema político, de lagarteria colombiana me tiene sin cuidado; y solo me llama la atención el talento de los políticos de hablar, contestar, preguntar, recitar programas de gobierno y propuestas de campaña sin decir nunca nada. Decir hoy a las 12.00 p.m. blanco y a las 12.05 p.m. negro, de hablar pestes del candidato rival y agradecerle embajadas o ministerios al resultar un ganador, decir que es idiota no cambiar de opinión cuando cambian las circunstancias y que la picardía es una buena práctica para Colombia. Ya han pasado muchos candidatos, muchos de ellos con estudios en el primer mundo, más preparados que el Kumis, con la capacidad innata de empeorar la situación del país cuatrienio tras cuatrienio. Todos sin excepción han robado, desde plata hasta las ilusiones del pueblo, por eso creo que no es descabellado que alguien que parece diferente robe esta vez, pero que robe poco y que en realidad haga algo para mejorar no solo las estadísticas de los economistas, sino las vidas de cerca de 45 millones de desamparados.

sábado, 8 de mayo de 2010

Isabel Allende y Last Year at Marienbad


Delphine Seyrig

Que tiene que ver Isabel Allende (1942) con Last Year at Marienbad (1961)? Creo que nada, ni ahora ni nunca antes, pero por cuestiones del azar y la desocupación, han caído a mis manos la primera y la segunda, la escritora y la película. De Isabel Allende conozco solo los nombres de algunas de sus novelas, una parte de un libro de entrevista a manera de biografía, la opinión negativa del todopoderoso Bolaño y la lectura en un solo día de su libro Paula, aunque ahora que lo pienso pudo haber sido día y medio o incluso dos, u otra vez solo uno. De Last Year at Marienbad no conocía nada hasta anoche que vi la película subtitulada al ingles. De la Allende debo decir que el único libro suyo que me ha sido inevitable leer, Paula, me lleva a pensar que no todas las críticas negativas que me he encontrado sobre su literatura pudieran ser justas o merecidas. Para mí el fenómeno de la Allende lo relaciono con el fenómeno Coelho, haciendo énfasis en términos de ventas, y no en los temas de aparente o real superficialidad que cada uno desarrolla (Quien decide la superficialidad?), lo relaciono haciendo énfasis en cierto consenso de la crítica literaria al clasificarlos a ambos dentro de la literatura desechable. (Quien define la literatura desechable?). De Last Year at Marienbad (o Last Year in Marienbad) solo puedo decir y confesar que solo la he visto una vez, y que para bien o para mal, para alabarla o destruirla, (alabarla o destruirla desde mi concepto personal) una sola vez no es suficiente ni justo. Es aquí en London Ontario donde debo aprender, mejorar, perfeccionar el idioma ingles, y donde he visto la mayor cantidad de cine francés en mi vida; y especialmente y sin ningún motivo explicable, películas de la década de los 60´s; y es quizás debido a ese motivo inexplicable que escojo, de la librería publica, la copia de lujo lanzada por Criterion Collection de esta película que tiene como padres al exitoso duo de los Alain: el Resnais y el Robbet-Grillet. El primer Alain exitoso por su precedente film titulado Hiroshima Mon Amour (1959), y el segundo por las banderas del nouveau roman y la idea en esos lejanos años 60´s sobre el futuro de la literatura mundial. Es Last Year at Marienbad la historia de un sueño? De un recuerdo? O de una intención? Está realmente basada en La Invención de Morel de Bioy Casares (que tampoco he leído), o en la literatura de Borges, del que se dice dijo sentirse descorazonado al encontrarse en 1977 con Robbet-Grillet y saber la inspiración ejercida sobre él. Cualquiera sea la respuesta para un no critico de cine como yo, el haberla visto una sola vez, no otorga elementos suficientes para dar una opinión justa de una película que tiene y tuvo tantas páginas de admiración como de destrucción; pero como no soy ni trabajo como critico de nada, solo puedo decir que Last Year at Marienbad no es una película fácil (cosa que ya desde hace casi 50 años todo el mundo ha dicho) y que es para mí una película inquietante, surrealista?, cubista? Y una película que sin entenderla del todo, o habiéndola entendido mas, no puedo decir que sea mala. No todas las películas sencillas son buenas o todas las películas extrañas y difíciles malas, y es aquí donde Last Year at Marienbad se encuentra con la Allende, con la Allende que aparece en el ejemplar del 26 de Abril del The Globe and Mail que recojo ya de manera obsesiva, necesaria y religiosa del tarro azul del reciclaje ubicado en el sótano del edificio donde vivo: la suscripción con 1 día de retraso que me llega desde hace un mes. En la sección Globe Review, después de pasar la foto de la reciente bisexual Anna Paquin, después de pasar la segunda y la tercera y cuarta pagina, aparece la foto (no tan pequeña) de la Allende en el centro de una entrevista fechada en el 2010 y realizada por Alexandra Alter del Wall Street Journal, donde aparte de hablar de esclavos, New Orleans, Haiti: su nueva novela La Isla bajo el Mar, contesta la siguiente pregunta: algunos críticos han cuestionado su trabajo como plano y convencional, la respuesta de la Allende: es muy fácil decir que un libro que nadie entiende y nadie lee es genial. Por lo cual pienso en la Marienbad que hasta ahora conozco, pero me queda una duda, sobre la Allende por supuesto, es cierto o adecuado decir que algunos libros fáciles (por no decir planos y convencionales como ella misma de forma implícita se autodefinió) que mucha gente lee (best sellers?) son geniales? Pienso en la Allende y en Coelho… pero también puedo pensar en una respuesta diferente: el caso Stieg Larsson bajo el amparo de la opinión del otro todopoderoso Vargas Llosa. En definitiva y aceptando la responsabilidad de emitir un comentario superficial de la obra maestra de los Alain, cuando cierro los ojos y pienso en Last Year at Marienbad veo a Delphine Seyrig vestida de negro o de blanco, de pie o acostada, esperando y rechazando el ser seducida, veo una mujer que sueña o es soñada, que recuerda o es recordada, o mejor aún, que sueña y es soñada, recuerda y es recordada, y de la que no conozco nada diferente a su nombre en los créditos de la película, su vestuario Coco Chanel, y su para mi eterno y seductor cabello negro que no es el de la Allende. Veo a una mujer enigmática que me lleva de la mano a otra película que nunca he visto para invitarme a seguir escribiendo: El Discreto encanto de la burguesía. Veo el titulo de este escrito que debía llevar su nombre y ser totalmente diferente y es entonces cuando veo el error y debo empezar de nuevo.